L-91 fue detectado por primera vez hace poco más de tres años y ya se ha confirmado como otro de los objetos del Sistema Solar que orbitan más allá de Neptuno y del enano Plutón.
Es un pequeño mundo helado con una de las órbitas más largas que se conocen, que se calcula que necesita más de 20.000 años para girar alrededor del Sol, reporta Sciencemag.org.
“Está justo al límite de lo que podemos detectar”, explica la astrofísica Michele Bannister de la Universidad Queen’s de Belfast en Irlanda, que ha descrito el hallazgo en un encuentro en California de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana (AAS, por sus siglas en inglés) y del Congreso Europeo de Ciencias Planetarias.
Como otros de los cuerpos que se han detectado más allá de la influencia gravitacional de Neptuno, L91 se mueve en una órbita que los investigadores aún no pueden explicar. “Cada vez que nos encontramos con uno de estos objetos se añade otra pieza al rompecabezas”, asegura Meg Schwamb, científica planetaria del Observatorio Gemini, en Hawái, informa Nature.com.
Pero además, en este caso el objeto parece estar en proceso de cambiar gradualmente su camino, moviéndose hacia al Sol entre dos de las zonas en las que se divide el espacio que se encuentra más allá de la Neptuno: la nube de Oort y el cinturón de Kuiper, respectivamente. Un movimiento que no se ha detectado en ningún otro objeto. La ubicación y la trayectoria de L91 hacen que sea “fascinante”, considera Bannister.
Su órbita, ¿condicionada por el “noveno planeta”?
L91 fue detectado desde el Observatorio Canadá, Francia, Hawái, en la isla de Hawái, en el marco del proyecto Outer Solar System Origins Survey, que se focaliza en los objetos más allá de la órbita de Neptuno. Se sabe que la órbita de L91 nunca le sitúa más cerca de la Tierra que unas 50 veces la distancia de nuestro plantea al Sol (50 UA, Unidades Astronómicas), mientras que cuando está más alejado, esta distancia supera las 1.400 UA.
A la hora de explicar cómo L91 está situado y se mueve, sus descubridores apuntan a que en el pasado este pequeño mundo podría haber sido arrojado hasta 2.000 UA del Sol, hacia el interior de la nube de Oort, por interacciones gravitacionales con Neptuno, y que actualmente se vuelve a retraer hacia el Sol por el paso de una estrella o por interacciones con la Vía Láctea.
Por su parte, Konstantin Batygin, astrónomo del Instituto de Tecnología de California en Pasadena, y uno de los dos científicos que en enero propusieron la existencia de un noveno planeta en el Sistema Solar, piensa que la influencia de este planeta podría ser la causa.
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