El Oricalco u Orichalcum es un metal legendario mencionado en la Antigüedad entre otros por Platón. Se le considera como el segundo metal más precioso de la Tierra tras el oro, y sólo se encontraría en la famosa Atlántida.
Muchos investigadores piensan que no se trataba más que una aleación de cobre, zinc y plomo. Otros, que debía tratarse de ámbar. El caso es que este metal se usaba en los cultos a Poseidón y otros dioses griegos, pero nunca había sido encontrado.
Ahora un equipo de buceadores ha encontrado hasta 40 lingotes sumergidos en un pecio de hace 2600 años frente a la costa sur de Sicilia. El barco procedía de Grecia o Asia Menor y probablemente sucumbió a una tormenta instantes antes de arribar al puerto de Gela.
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El descubrimiento es importante porque hasta ahora no se sabía lo que era el Oricalco. De hecho, nada similar ha sido encontrado jamás.
Tras el análisis de los lingotes se comprobó que efectivamente estaban compuestos de una aleación de cobre (75–80 por ciento), zinc (15–20 por ciento) y pequeños porcentajes de níquel, plomo y hierro.
Donde se fabricaron esos lingotes continúa siendo un misterio. Según la tradición griega el oricalco fue inventado por Cadmo. El problema es que Cadmo es un personaje mitológico, rey de una tribu de Canaán y fundador de Cadmea, que más tarde se llamaría Tebas, al norte del Atica.
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A él se atribuye la introducción del alfabeto fenicio en Grecia, del arado, la agricultura y la fundición de metales. Probablemente la realidad que subyace esta historia es que un grupo de fenicios de Canaán emigró en algún momento a Grecia llevando consigo todos estos conocimientos.
Otros, como el profesor Enrico Mattievich de la Universidad de Rio de Janeiro, están convencidos de que el oricalco procede de los Andes peruanos, y habría sido inventado por la civilización Chavin entre el año 1200 y el 200 a.C. Como llegó este metal a Grecia desde América ya entra en un campo meramente especulativo, por lo que no se le suele tomar demasiado en serio al profesor Mattievich.
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