Cuando un humano o un animal muere, el cerebro se “apaga” y no hay vuelta atrás. Sin embargo, un reciente experimento muestra cómo los cerebros de cerdos muertos pueden restaurar algunas funciones horas después de la muerte.
Un grupo de científicos de la Universidad de Yale pudo observar cómo restauraban la circulación y la actividad celular en los cerebros de cerdos muertos cuatro horas después de la muerte.
Los hallazgos desafían los entendimientos conocidos desde hace mucho tiempo sobre el tiempo y la naturaleza irreversible de la cesación de la función de los cerebros después de la muerte.
“El cerebro intacto de un mamífero grande conserva una capacidad previamente subestimada para la restauración de la circulación y ciertas actividades celulares y moleculares varias horas después del paro circulatorio”, dice Nenad Sestan, autor principal y profesor de neurociencia, medicina comparativa, genética y psiquiatría, en el estudio publicado en la revista Nature.
La ciencia considera que el cerebro pierde signos de conciencia y actividad eléctrica segundos después de que el cerebro pierda oxígeno y corriente sanguínea. La energía en el cerebro también se pierde minutos después. Las células mueren, y no se puede revertir. Las alteraciones moleculares luego activan la degeneración generalizada del cerebro.
Pero este proceso ha cambiado, ya que los investigadores observaron que en algunas pequeñas muestras de tejido que recogieron unas dos horas antes demostraron algunos signos de vida celular.
Los científicos obtuvieron cerdos muertos de una fábrica de envasado de carne y los pusieron en una solución química especialmente formulada. Interesados por sus teorías, los investigadores consiguieron cerdos procesados para la producción de alimentos para ver el alcance de la viabilidad cerebral postmortem.
Después de cuatro horas, conectaron la vasculatura del cerebro para diseminar la solución que formularon para preservar el tejido cerebral a través de un sistema llamado BrainEx. De hecho, algunas de las funciones del cerebro se restauraron después del experimento.
El sistema puede ayudar a los investigadores a realizar técnicas específicas para estudiar la estructura y función de un cerebro de mamífero grande e intacto. La imposibilidad de hacerlo impide a los científicos profundizar en temas como las causas de los trastornos cerebrales.
Stefano G. Daniele, co primer autor del estudio, explica que, en el pasado, los científicos solo podían investigar el cerebro de mamíferos grandes con un enfoque bidimensional y utilizar pequeñas muestras de tejido fuera de su entorno natural. Ahora, pueden estudiar el cerebro en tres dimensiones, lo que amplifica su capacidad para estudiar procesos complejos de células y problemas de conectividad.
Pero los científicos también han enfatizado que los cerebros implicados en el estudio no tenían señales eléctricas detectables vinculadas a la función cerebral normal.
Zvonimir Vrselja, coautor y científico investigador asociado en neurociencia, afirma que no observaron ningún tipo de actividad eléctrica organizada asociada con la percepción o la conciencia, por lo que no sería considerado un cerebro vivo, sino un cerebro celularmente activo.
En este punto, los investigadores aún no han identificado ninguna aplicación en el entorno clínico. Sin embargo, creen que su estudio puede ayudar a los profesionales de la medicina a “rescatar” la función cerebral en pacientes con accidente cerebrovascular o examinar la efectividad de los tratamientos dirigidos a la recuperación celular después de una lesión.
En este momento, los científicos no creen que la solución química que utilizaron se pueda aplicar al estudio del cerebro humano. Dicha solución carece de contenidos importantes, como ciertas células sanguíneas y componentes del sistema inmunológico, lo que no la hace muy adecuada para las condiciones de vida normales.
Y si algún día su estudio se aplica para investigaciones de tejidos humanos, los científicos enfatizan que debe hacerse bajo la máxima consideración ética.
Stephen Latham, director del Centro Interdisciplinario de Bioética de Yale, dice que recuperar la conciencia nunca fue su objetivo. Añade que el equipo estaba preparado para tomar medidas con anestesia y reducir la temperatura para detener la actividad eléctrica global organizada en caso de que ocurra.
Todos los miembros del equipo están de acuerdo en que, si surge alguna actividad global revivida, detendrán sus experimentos, a menos que existan estándares éticos y mecanismos institucionales claros.
Pero son muchos los que creen que este avance podría significar que un futuro próximo se utilizará la misteriosa solución para revivir a los muertos. Y como no podía ser de otra manera, hay quién vincula este descubrimiento científico con las reveladoras señales del Apocalipsis. ¿Qué opinas? Mira el siguiente video y déjanos tu comentario más abajo.
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