La disminución de agua en el embalse de Valdecañas, en España, ha dejado expuesto un monumento megalítico al estilo Stonehenge, de entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad.
El clima de este verano ha generado numerosas sequías en gran parte de España. La falta de lluvia, aunque es un estrés para los agricultores, ha tenido como consecuencia algo bueno: la reaparición completa de un antiguo yacimiento megalítico conocido como el Dolmen de Guadalperal.
El dolmen está ubicado cerca del pueblo de Peraleda de la Mata, y normalmente se encuentra sumergido, total o parcialmente, por las aguas del embalse de Valdecañas.
Para la construcción del embalse durante el régimen franquista, fue necesaria la inundación de algunas áreas habitadas a lo largo del río Tajo y también el dolmen de Guadalperal.
Durante casi 60 años ha permanecido casi sepultado bajo el agua, aunque las puntas de algunas rocas asomaban cuando los niveles de agua eran bajos (como las fotos muestran).
Sin embargo, las fotos del Dolmen de Guadalperal tomadas este pasado julio muestran todo el yacimiento megalítico liberado de sus confines acuáticos.
Ha sido tan raro el fenómeno que la gente acude en masa al Dolmen de Guadalperal para verlo por sí mismos. Las imágenes tomadas por el satélite Landsat 8 muestran cómo ha afectado la sequía a lo largo de la costa de Peraleda de la Mata.
En una serie de imágenes proporcionadas por el Observatorio Espacial de la NASA, se puede ver esta evolución entre el 24 de julio de 2013 y el 25 de julio de 2019.
El yacimiento data del 2.000 a.C. al 3.000 a.C., y actualmente consta de 144 piedras, algunas con hasta 2 metros de altura. Varias de estas piedras tienen grabados de serpientes. Al igual que Stonehenge, este monumento megalítico se organiza en forma de círculo.
Su propósito no está del todo claro, pero Angel Castaño, miembro de Raíces de Peralêda, un grupo dedicado a la preservación del yacimiento, sospecha que cumplía una doble función, sirviendo como lugar de culto religioso y como centro comercial, informa el diario The Local.
Castaño y sus compañeros dijeron que ahora es el momento, cuando el agua está en su punto más bajo y el yacimiento ha quedado completamente expuesto, para reubicarlo.
«Esta reubicación no solo ayudará a preservar las piedras, que ya están mostrando signos de degradación, sino que también podrá servir como atracción turística para la región», señaló Castaño a The Local.
Quitar y reinstalar los monumentos requiere mucho trabajo, puesto que hay que documentar la posición, el ángulo y la profundidad de cada piedra, pero es una tarea ciertamente asequible.
Los antiguos romanos saquearon el yacimiento, y algunos elementos fueron recuperados por un arqueólogo alemán en la década de 1920. A parte de esto, la mayoría de las piedras aún descansan en su posición original, lo que permitirá una reconstrucción fiel de lo que fue el yacimiento.
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