Abidos fue una de las ciudades más influyentes del Alto Egipto, con importancia política desde la Dinastía XIX.
La región, con huellas de asentamientos que se remontan hasta el periodo Naqada I, fue el lugar de enterramiento más importante del periodo protodinástico y de las primeras dinastías del antiguo Egipto.
A unos cinco kilómetros, al noroeste, se encuentra Al-Birba, que fue, posiblemente, la antigua Tinis. De esta zona procedieron los reyes que Manetón denominó tinitas, los que gobernaron durante las dos primeras dinastías egipcias.
El Osirión está situado en Abidos, detrás, a un nivel inferior, aunque conectado con el templo de Seti I. Los arqueólogos Flinders Petrie y Margaret Murray se encontraban trabajando en Abidos durante el siglo pasado, cuando descubrieron el Osirión por casualidad, mientras excavaban el templo de Seti I.
El Osirión fue construido originalmente en un nivel muy inferior al de los cimientos del templo de Seti I. Los egiptólogos consideran que son contemporáneos, pero las evidencias están en contra de esta consideración. Se construyó con piedra caliza, arenisca rojiza y granito en su cámara central.
El Osirión también es conocido como la tumba de Osiris, mientras que el templo de Seti I se conoce como templo de Osiris. Abidos era el lugar principal de adoración de Osiris, señor del mundo terrenal.
Osiris, su hermana Isis y su hijo Horus eran figuras fundamentales en la religión del antiguo Egipto. Además, se encuentra bastante cerca tanto del templo de Seti I como del templo de Ramsés II.
En cuanto a su antigüedad, el templo data de la Dinastía I, (alrededor de 3000 años a. C.) según estimaciones basadas en diversos yacimientos y restos hallados en el lugar.
Muchos reyes dejaron su presencia marcada en este templo, tanto monarcas pertenecientes al Imperio Medio como del Imperio Nuevo, entre ellos Amenhotep I, Amenhopet III y Tutmosis III, hijo ilegítimo de Tutmosis I.
Se cree que el Osirión buscaba con su compleja organización interna evocar la creación. Los sacerdotes de este templo eran los únicos que podían acceder a sus secretos: incluso el faraón tenía algunos sectores vetados.
Este templo de Osiris es —y siempre fue— un gran dolor de cabeza para los egiptólogos.
No resulta extraño que no se encuentre mucha información o estudios oficiales acerca de él. Para empezar se encuentra muchos metros por debajo del nivel de los templos vecinos.
Según los geólogos, cuando se construyó ése era el nivel del suelo y luego, con el paso de los milenos, diversos sedimentos se fueron amontonando sobre él. De hecho, algunos estudiosos dan a entender que su datación real sería de más de 10.000 años de antigüedad.
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