Existen muchas voces que han saltado a la palestra denunciando el espionaje al que se nos está sometiendo ya desde hace tiempo, y al que se nos pretende someter con la implantación de la nueva tecnología 5G.
Espiar a los ciudadanos se está convirtiendo en una prioridad, evidenciando que la información es poder, y que poseyendo esta información, resulta más fácil la manipulación.
Marta Peirano es una de las mayores expertas en ciberseguridad e Internet de España, colega de Snowden y una de las mayores críticas de todo el tinglado montado por Google, Facebook y Amazon.
Tal como ella denuncia, como lo hacen también muchos de sus colegas, estas megaempresas de Internet basan su negocio en la obtención de datos. Lo primero que tenemos que saber es que, en Internet nada es gratis.
Cuando nuestros hijos, o nosotros mismos nos bajamos una aplicación o un juego, que puede resultarnos muy útil o muy gracioso, nos aparece una maraña de letra pequeña que muy poca gente lee y analiza.
La grandísima mayoría le damos con el dedo al check de “aceptar condiciones”, sin pensar que con este gesto estamos vendiendo nuestra privacidad, y también la de todos nuestros contactos en las redes sociales.
Smartphones, el espía en casa
Evidentemente, mucha parte de la población se ha dado cuenta del rastreo continuo de cookies, con la excusa de ofrecernos un mejor servicio, y del espionaje al que estamos siendo sometidos.
Nos escuchan incluso a través de los altavoces de nuestros smartphones, aunque en ese momento, creamos que no estamos conectados a Internet.
Una chica, hablando con su padre sobre comprar un coche, sin haber realizado ningún tipo de búsqueda todavía… Acto seguido enciende su teléfono y todo lo que ve son anuncios de coches. Esto no es un bulo, es real, os lo aseguro.
Inocentes de nosotros, hemos creído que todo este espionaje se debía a causas comerciales; a querer vendernos ciertos productos para lo que estábamos, ya de entrada, predispuestos a comprar. Pero hace ya tiempo que se está rebasando esta frontera…
El espionaje institucional
Ya no es un secreto que se ha utilizado las redes sociales para manipular la percepción que los internautas tenían sobre algunos candidatos a determinadas elecciones..
Como fue el caso de Hillary Clinton en Estados Unidos, y el lavado de imagen que se realizó sobre Trump, aunque lavar a Trump costó muchos litros del desinfectante, que ahora pretende que se inyecten sus conciudadanos.
Así, efectivamente, utilizando nuestros datos y con la utilización de fake news, se pueden hundir o realzar carreras, ganar o perder elecciones, ganar y perder reputaciones, acciones, vidas… Se es capaz de instaurar odio o amor, todo mediante la manipulación de los datos que nosotros proporcionamos.
La crisis del coronavirus está instaurando un nuevo orden mundial, y está dando a conocer que el telón de acero nunca acabó de caer. La guerra con misiles pasó a ser una sangrienta guerra comercial, que se está cobrando no pocas vidas por el camino.
Internet ya no es una herramienta global. Ahora Estados Unidos tiene sus datos y su propio Internet, China tiene el suyo, y Rusia siempre ha contado con sus propios medios.
Europa, aunque cuanta con sus propias infraestructuras, se está convirtiendo en el rey de la partida, al que todos quieren intacto, pero vulnerable para ganar la partida.
El miedo, la mejor arma
El espionaje que se realiza a los ciudadanos no sólo tiene ya valor comercial, sino moral. No se puede comenzar una guerra con misiles, los grandes gobernantes lo saben, si pulsan el botón rojo, la próxima guerra será con palos. Esto ya se vaticinó en su día.
Eso sin contar que se necesita la mano de obra y el aparato productivo intacto, no interesa una reconstrucción, es demasiado cara y se contaminaría demasiado a nuestro ya, maltrecho planeta. La mejor guerra, la mejor arma, no es otra que el miedo.
Y, además, tienen todos nuestros miedos registrados, porque nosotros mismos se lo hemos contado.
Se puede generar miedo para que los electores elijan a unos determinados candidatos, se genera miedo para frenar el consumo y parar economías de países enteros, y se genera miedo a la propia supervivencia.
El miedo anula, paraliza, y disminuye la capacidad de raciocinio. El miedo es incontrolable en muchas ocasiones, y no hay sociedad más manipulable que la que siente miedo y se atiborra a ansiolíticos.
Esa es la forma de aparecer como salvadores de una amenaza que ellos mismos han generado, cambiando la visión de las percepciones y viendo bueno lo que antes era malo.
¿Cómo puede ser malo algo que nos está ayudando? Ayudando de una amenaza que ellos mismo han creado y con la que nos han hecho morir de miedo.
El demonio que nosotros hemos alimentado con nuestros propios datos se convierte en nuestro buen samaritano, cambiando el “status quo” e instaurando una “nueva normalidad” que, encima, se verá con buenos ojos.
La información es poder
El tráfico de información siempre ha sido una gran fuente de poder. El empresario que contaba con cierta información “privilegiada” sobre ciertas acciones o movimientos bancarios, se forraba.
En el escenario de la geopolítica actual se ha superado la barrera de la privacidad y de lo moral hace ya bastante tiempo, y los gobiernos lo saben.
Todos pujan por poseer más información, y grandes empresas que puedan manejar un big data que, mediante la aplicación de algoritmos, les dé la fórmula mágica para dominar el mundo.
Pero, lo cierto es que no son exactamente los gobiernos los que manejan estos datos. Antiguamente eran las agencias de inteligencia las que espiaban a los ciudadanos, intentando eliminar disidentes y siendo los arcángeles que cuidaban del orden establecido.
Pero ese escenario ha cambiado. Hoy, son estas grandes empresas que manejan la información las que son capaces de tumbar gobiernos y arruinar países.
Analizando estas premisas, ¿quién maneja realmente los hilos del nuevo orden mundial? ¿Quién está tan interesado en generar tanto miedo y arruinar países enteros?
Lo cierto es que lleva a pensar que figuras como Trump, por poner un ejemplo, con toda su ostentosidad y aparente poder, no es más que una marioneta de un sistema, que se lo acabará comiendo, si es que no se lo ha comido ya, está siendo digerido, y no se ha dado ni cuenta.
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Ana Escudero
¿y los narcos traficantes y narcoconsumidores también sentirán miedo?y los mercenarios,y.los corruptos,los perjurosos,los pedófilos,etc..?