Para algunos se trata solo de una leyenda local, pero para muchos otros, se trata de un encuentro alienígena totalmente real ocurrido en las costas de Japón.
La historia comienza el día 22 de febrero del año 1803. Ese día, los pescadores de la caleta de Kohaku, ubicada en la provincia de Hitachi, en Japón, se alistaban para salir a recorrer el mar en busca de su sustento.
Sin embargo, esa no sería cualquier jornada laboral…
Atascado en la orilla de una playa se encontraba un misterioso objeto que tenía la forma de una olla de arroz cubierta, al cual llamaron posteriormente «utsuro-bune» (barco hueco).
Curiosos por aquel extraño avistamiento, se acercaron para explorarlo, lo empujaron tierra adentro y comenzaron a montarse encima de él.
Tenía unos 330 centímetros de altitud por 540 centímetros de ancho.
Su parte superior estaba confeccionada de un material similar al palo de rosa y laca roja, mientras que la inferior estaba cubierta de placas metálicas, tal vez para protegerlo de los arrecifes afilados.
El techo tenía ventanas aparentemente de vidrio y estaban recubiertas con algo semejante a la resina de árbol.
No obstante, eran lo suficientemente transparentes para ver lo que había en el interior. A través de ellas pudieron distinguir, en las paredes internas, inscripciones en un idioma desconocido.
Pero más sorpresas les aguardaban…
Finalmente, cuando pudieron ingresar en la cabina descubrieron un par de sábanas, una botella con agua (aproximadamente 3,6 litros), dos tortas (al menos eso parecían) y pasta de carne.
Claro, todo un hallazgo de una embarcación sin precedentes, pero que tenía algo que fue mucho más impactante:
Una hermosa joven, de 18 o 20 años de apariencia los contemplaba sonriente.
La chica se distinguía de cualquier mujer japonesa de la época por su llamativo cabello y cejas de color rojo. La ropa que llevaba era de un material que los pescadores describieron como “muy hermoso”, el cual jamás habían visto.
Fue ella quien rompió el hielo y les habló, pero como su lenguaje era desconocido, no pudieron comprender lo que les decía.
También notaron que abrazaba permanentemente una caja pequeña, pero ella no permitió que nadie la tocara.
Se afirmó que la joven estuvo un tiempo viviendo con la comunidad pesquera, pero después de un tiempo, fue acusada de involucrarse con un hombre casado.
Por ésta acusación, finalmente decidieron devolverla a ella y al objeto al mar. Y los pescadores continuaron con su vida cotidiana para nunca más saber de ella.
Hoy por hoy, se considera esta historia como una leyenda de la época de los Tokugawa, cuando Japón estaba aislado del resto del mundo.
Pero hay quienes aseguran que es un valioso testimonio de un antiguo contacto del tercer tipo debido a que se han hecho ilustraciones en libros nipones de 1825 y 1844.
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