Desde el comienzo del género, los cyborgs y robots literarios originales de Isaac Asimov o Philip K. Dick se remontan a mitos y leyendas de diversas culturas
El término robot fue creado en 1920 por el dramaturgo checo Karel Capek en su obra de teatro «R.U.R», a partir de la palabra «robota», que en checo significa servidumbre o trabajo forzado.
En su libro «Yo, Robot», Isaac Asimov establecía las leyes básicas por las que debían regirse estos seres y que les obligaban a obedecer y nunca hacer daño a los humanos.
Pero las películas nos han demostrado innumerables veces que la lista de robots asesinos en el cine es bastante larga.
El origen de los robots en el cine hay que buscarlo en «Metrópolis» de Fritz Lang con María, una mujer mecánica diseñada para sustituir a una persona real.
Desde entonces otros muchos seres cibernéticos han calado hondo en el corazón del público, robándoles las escenas a los protagonistas humanos.
Robbie, de «Planeta Prohibido», Johnny Cinco, el cachibache de «Cortocircuito», o la que sin duda es la pareja mecánica más popular de la historia del cine, los Oliver y Hardy de la robótica: R2D2 y C3PO de la saga de «La Guerra de las Galaxias».
Llegado un momento el cine se planteó un cambio de aspecto en los robots. Son los cyborgs o androides, cuya apariencia humana los hace casi imposible identificar.
Es lo que ocurría por ejemplo en «Alien», «Blade Runner» o en «Terminator». La apariencia humana de los cyborgs les otorgaba nuevas funciones.
Un ejemplo, en «Inteligencia Artificial» de Steven Spielberg, Haley Joel Osment se convertía en el hijo ideal. Y Jude Law en un experto gigoló.
Gracias al personaje del cyborg actores como Schwarzenegger, Daryl Hannah, Wynona Ryder, Glen Close o Scarlett Johanson han podido interpretar a máquinas en la pantalla sin demasiados cambios físicos.
Pero independientemente de su perfección física los robots de cine siempre han dependido de las órdenes y de la información que le suministraban sus creadores.
Y por muy precisos que fueran esos datos sus capacidades siempre estaban limitadas. Pero ¿qué pasaría si estos robots pudieran pensar y actuar por sí mismos?
Es entonces cuando entramos en los terrenos más avanzados de la Inteligencia Artificial, un concepto que nació en los años 50 a partir del intento científico de imitar el esquema de una neurona cerebral.
Con la Inteligencia Artificial el concepto de robot como máquina que depende del ser humano, quedaría superado.
El cine se ha planteado muchas veces lo que podría pasar en el caso de que se superarse la línea que separa a las máquinas de los seres humanos.
Los replicantes de «Blade Runner», por ejemplo, tomaban conciencia de su propia existencia y se revelaban contra su destino.
Peor aún era en la saga «Terminator» donde las máquinas se apoderaban del mundo..
Y en «Matrix» las máquinas emancipadas convertían el mundo en una simple ilusión virtual, reduciendo a los seres humanos al papel de meras pilas energéticas.
La pregunta clave es la siguiente: Si la Inteligencia Artificial tiene conciencia de si misma ¿no le convierte eso en un ser humano?
Ya que la conciencia y la inteligencia son precisamente lo que nos diferencia de los animales o los vegetales.. ¿No?
Y si aceptamos considerar a estas máquinas como iguales.. ¿no estamos dando vida a un peligroso contrincante del hombre en su reinado en la Tierra?
Es posible que el futuro nos depare una paradoja: que el viejo sueño del hombre de crear vida del que hablábamos al principio se vuelva contra nosotros.
Y quizá sean las máquinas las que se encarguen de dar vida a los hombres..
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