En el campo de la ufología hay muchos casos de encuentros en pleno vuelo, con incidentes e incluso con enfrentamientos. Pero que un OVNI haya secuestrado dos aviones en pleno día es realmente insólito.
Un hecho sorprendente y extraordinario ocurrió en la isla de Puerto Rico el 23 de diciembre de 1988 y fue presenciado por un gran número de testigos, más o menos unas 70 personas, alrededor de las 19 de ese atardecer.
Los testigos estaban observando desde distintos puntos de la isla, dado que las condiciones atmosféricas y el clima eran excelentes, cielo limpio y sin nubes, además de una temperatura ideal que superaba apenas los 20 grados centígrados.
Pudieron advertir con asombro cómo una enorme nave de forma triangular atravesaba el cielo lentamente y en absoluto silencio.
Tenía un foco amarillo de gran potencia en la parte central del objeto, dos luces rojas en una de sus esquinas y dos amarillas en el lado opuesto.
Más allá del avistamiento de esta gigantesca nave, cuyas medidas fueron calculadas entre 250 y 300 metros de diámetro, ningún observador pudo catalogar a la nave como terrestre.
Lo que ellos vieron con sus propios ojos fue realmente increíble, espectacular, el objeto emitía una gran luminosidad que a medida que se desplazaba, iba iluminando el terreno por el que pasaba como si fuera de día.
De repente aparecieron en el cielo, cerca de este extraño aparato, dos aviones de caza F-14 Tomcat estadounidenses, procedentes de un portaaviones estacionado cerca de allí y comenzaron a hacer maniobras cerca del objeto luminoso.
Parecía que lo provocaban, ya que se acercaban acelerando y luego daban la vuelta a gran velocidad, como si intentaran hacer cambiar de dirección a la gran nave de origen desconocido.
Sin embargo el Ovni continuó desplazándose con la misma velocidad, sin inmutarse por lo que intentaban hacer los aviones de combate y que a juzgar por lo visto, no tenían una actitud muy amistosa.
En cierto momento, los aviones, que parecían pequeños insectos al lado del gran artefacto volador, se acercaron por detrás, uno por cada lado.
En eso, la nave se detuvo y al pasar el avión de la derecha fue succionado hacia el interior del extraño aparato. Inmediatamente el ovni aceleró y le dio alcance al otro avión, se interpuso en su camino y también lo succionó.
Ambos aviones desaparecieron, porque fueron “chupados” hacia el interior de la gran nave, ninguno de los testigos que estaban ubicados en distintos lugares de la isla volvieron a ver a los aviones.
Y aquí lo curioso del caso: el objeto se dividió y se convirtió en dos más chicos.
Ya no era una sola gran nave, sino dos, cada una con la forma de un triángulo rectángulo y tomaron distintas direcciones, para perderse en pocos segundos a gran velocidad de la vista de todos los asombrados testigos.
Ante las numerosas denuncias, las autoridades de la Armada norteamericana negaron totalmente el incidente, aunque posteriormente reconocieron, ante la insistencia de los numerosos testigos, que los dos aviones se perdieron en altamar realizando maniobras.
Negar un hecho tan evidente ocurrido a la luz del día, ante muchos testigos, ya excede todos los límites de mentira que puedan llegar a tener las autoridades gubernamentales, aun a costa de la vida de sus pilotos.
Pero todos los numerosos testigos que vieron de cerca este impresionante suceso con el trágico desenlace de la situación, por supuesto que no se tragan la píldora.
Una vez más, como en tantos otros casos, la verdad es escondida aunque haya que mentir en forma tan descarada.
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