En los últimos tiempos, el ejército estadounidense ha comenzado a tomar más en serio los informes OVNI. Incluso se ha creado un grupo de trabajo para investigar los avistamientos.
Muchos de los reportes incluyen objetos misteriosos detectados por pilotos de la Marina, viajando por el cielo a velocidades asombrosas y aparentemente desafiando las leyes de la física.
Por eso, según Rizwan Virk, un graduado del MIT y fundador de la incubadora Play Labs en el MIT, sería un gran error no tomar estos informes en serio en el futuro.
En un artículo de opinión reciente para NBC News, Virk sostiene que la «profunda falta de curiosidad» en los ovnis resultó en un lío de tabúes y prejuicios entre las filas académicas.
Para Virk, estudiar los ovnis podría potencialmente redefinir «toda la ciencia» y «conducir a una nueva comprensión de nuestro lugar en el universo, y nuevos avances en ciencia de materiales, biología, física cuántica, cosmología y ciencias sociales».
¿Es la opinión de Virk un consenso? Absolutamente no. Pero su adopción del concepto muestra que es una línea de investigación que está haciendo incursiones en instituciones tradicionalmente cerradas, incluido el MIT.
En lugar de convencer a la gente de que los ovnis sí existen, Virk espera «alentar a los académicos y líderes de la industria a ir más allá de sus prejuicios hacia una investigación de mente abierta para descubrir quién o qué los creó y cómo funcionan».
Las recompensas para quienes continúan la investigación sobre ovnis podrían dar grandes frutos, según el análisis de Virk.
«A largo plazo, podría haber múltiples premios Nobel, sin mencionar las nuevas leyes de la física, para aquellos que estén dispuestos a sumergirse y correr el riesgo de ser ridiculizados en el corto plazo», argumentó.
En la misma línea, podrían considerarse las recientes declaraciones de científicos como Avi Loeb, quien sostiene que el objeto interestelar llamado Oumumua que atravesó nuestro sistema solar en 2017, podría ser una nave o sonda alienígena averiada.
Loeb ha señalado en numerosas ocasiones el problema del establishment científico —especialmente en el campo astronómico— en cuanto a considerar la posibilidad artificial cuando hablamos de objetos con características anómalas detectados más allá de la Tierra, dejando pasar y descartando explicaciones poco convenientes desde el prejuicio.
Rompiendo el mismo paradigma, hace poco el físico James Benford desarrolló una nueva versión de la ecuación de Drake, esta vez teniendo en cuenta la búsqueda de artefactos dejados por civilizaciones extraterrestres, como estructuras o sondas robóticas.
Cabe destacar que esta última es una vuelta de rosca interesante a la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI), la cual desde sus inicios ha omitido olímpicamente la búsqueda de artefactos en nuestro sistema solar bajo el apriorismo de que si existió o existen civilizaciones extraterrestres, sus huellas (tecnofirmas) deberían estar a años luz de distancia.
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