Durante la época precolombina, cuando los Incas estaban expandiendo su imperio y dominaban otros pueblos, hubo uno que se le resistió, llegando incluso a infundirles temor. Estos eran los Chachapoya: los Guerreros de las Nubes.
Para muchos, los Incas eran la cultura más temida de la Sudamérica precolombina. Sin embargo, no pudieron contra los Guerreros de las Nubes.
Los Chachapoya, una cultura perdida de la que se sabe realmente poco, pero que gracias a chamanes, hechiceros e invocaciones, lograron detener los embates de los Inca.
Los Chachapoya: Los Guerreros de las Nubes
El imperio Tawantinsuyu, como los Inca llamaron a su reino, había conseguido el dominio sobre la mayoría de los pueblos de su región. A pesar de que muchos de ellos se adjuntaron pacíficamente, la mayoría cayeron por la fuerza.
Sin embargo, existió un pueblo que se resistió, llegando a infundir temor en las facciones guerreras incaicas. Estos fueron los Chachapoya, también conocidos como los Guerreros de las Nubes.
Esta cultura habitaba a 4.000 kilómetros río arriba, en los Andes peruanos. Las fuentes antiguas los describen como un pueblo misterioso, lleno de individuos de piel más clara que otros de la región.
Sin embargo, lo que más caracterizó, y separó del resto, fue la cultura única que dejaron.
Los Guerreros de las Nubes eran cazadores natos. Después de las batallas, solían guardar las cabezas de sus enemigos como trofeos.
Los cuerpos de los fallecidos no solo eran enterrados en sarcófagos, sino que también los colocaban en las paredes de sus edificios.
Esta cultura es tan misteriosa que, desde un acantilado de Carajía, Perú, al noreste de la ciudad de Chachapoyas, se pueden ver las siluetas de un grupo de guerreros. Estas son unas estatuas que parecen vigilar «algo».
Lo más interesante es que dichas esculturas son, realmente, sarcófagos con cuerpos momificados.
Muertos entre los vivos
Los Chachapoya tenían una visión misteriosa del cuerpo y el alma. Para ellos, ambas no podían estar separados, por lo que cuando una persona fallecía, continuaba su vida en el mundo de los muertos.
Es por ello que se construyeron edificios donde se colocaban las momias de los difuntos.
Sus hechiceros eran los más temidos de Mesoamérica. Se creía, eran capaces de transformarse en animales salvajes y lanzar terribles maldiciones sobre las momias de los difuntos.
Los Inca tenían especial miedo a las momias Chachapoya, pues creían que eran muertos vivientes, los cuales podían levantarse y provocar la muerte a sus adversarios.
La prueba de la importancia de los difuntos para esta cultura se encuentra en Kuélap, donde los muertos se aprecian en las paredes de esta construcción.
Decenas de personas fueron enterradas ahí como parte de la predilección. Y los Guerreros de las Nubes debían sepultar a sus fallecidos en los altos acantilados.
La cumbre de los acantilados tenía gran importancia para esta cultura, especialmente durante sus ceremonias. Por ello, toda la construcción fue hecha de forma que el Sol apareciera por un lado de la estructura, hasta colocarse justo sobre ella.
Así, se sabe que los chamanes Chachapoya conocían las fechas exactas en la que esto sucedía; como el 4 de marzo. Día en el cual se realizaban los rituales sagrados y sus celebraciones.
Se ha demostrado que también existía una celebración donde se incluía un sacrificio. Arqueólogos encontraron en Kuélap huesos de diferentes animales que fueron sacrificados en rituales, dentro de la cámara central del templo.
No cabe duda que los Chachapoya son una cultura enigmática, que se diferencia totalmente del resto de pueblos peruanos de la época y con «un poder» único.
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