La Polinesia cuenta con varias islas remotas, cada una con su propia historia y misterios. La más conocida es Rapa Nui, o Isla de Pascua, con sus llamativos y enormes moais. Pero un sitio menos popular y más peculiar ha escapado a la atención de muchos: Nuku Hiva, la más grande de las islas Marquesas.
Allí encontramos el antiguo sitio arqueológico de Temehea Tohua, hogar de una serie de extrañas estatuas que desafían las explicaciones mundanas.
Y mientras que los investigadores más ortodoxos sugieren que son el resultado de la imaginación de los colonos polinesios, otros apuntan hacia un posible encuentro alienígena antiguo, que tuvo lugar antes de la llegada de los europeos.
Seres reptilianos… ¿y anfibios?
Los últimos estudios indican que los primeros pobladores que arribaron a la mayor de las Marquesas procedían de la Polinesia occidental, hace poco más de 2000 años, y que posteriormente colonizaron Tahití, Hawai, las islas Cook y Nueva Zelanda.
Las estatuas humanoides, o tikis, fueron descubiertas cuando los europeos llegaron en la última década del siglo XVI.
Su aspecto es sorprendentemente similar a descripciones modernas de los tripulantes de los ovnis dadas por algunos testigos, sobre todo aquellos que hablan de seres reptilianos.
Presentan ojos grandes, cabeza alargada y boca como de reptil o pez. También cabe destacar que en cuanto a contextura física existe una a mezcla de tikis altos (usualmente en posición de líder) y otros pequeños.
¿Se trata de obras de arte inusuales producto de la imaginación de un artista antiguo? ¿Sirvieron solo para un propósito ceremonial como piensan algunos autores? ¿O podrían ser recordatorios grabados en piedra de un evento que involucró a seres no-humanos?
Tal vez aquí, en busca de alguna pista sobre el propósito y origen de estos seres plasmados en la roca, la leyenda local pueda ayudarnos:
Se cuenta que ‘Ono, el dios de la creación, prometió a su esposa construir una casa en un día, así que reunió tierra y creó estas islas, que llevan el nombre de partes de la casa, siendo Nuku Hiva el techo.
Todo lo que le sobraba lo tiró a un lado y creó un vertedero que se llama Ua Huka. A partir de estos supuestos orígenes, la población aumentó hasta un tamaño insostenible; las primeras estimaciones europeas varían entre 50.000 y 100.000 personas.
A aquel lector poco asiduo a la hipótesis de los antiguos astronautas, tal vez el párrafo anterior parezca un mito cosmogónico más. Sin embargo, una sola palabra nos permite establecer una misteriosa conexión: ‘Ono, el nombre del mismísimo dios creador.
En otro continente, a miles de kilómetros de distancia, la tribu africana dogon habla de Nommo —sí, el nombre es muy similar—, gran héroe cultural y fundador de la civilización que llego de las estrellas de Sirio, y cuyos hijos, los nommos, son unos dioses anfibios que, simbolizados por el pez, instruyeron a los humanos.
Pero navegando esta pista podemos ir aún más atrás, a los antiguos sumerios, que hablan de Oannes —nuevamente, nombre parecido al polinesio ‘Ono—, surgido del mar donde, de acuerdo a lo que relata el sacerdote babilonio Berossus, volvía todas las noches, pues este dios instructor también era anfibio.
¿Podría ser entonces que los tikis de Nuku Hiva representen en realidad otra versión de estos dioses anfibios? Y es que su aspecto ya nos dice algo si lo interpretamos más allá de la tendencia «ufológica reptiliana».
Esos ojos grandes serían de pez, esa boca, también —o hasta, quizás, características artificiales tipo buzo, como cascos y antiparras—.
Seres humanoides anfibios, habitantes de las profundidades marinas, y tal vez más antiguos que la humanidad misma.
Las últimas revelaciones en cuanto a los ovnis, apuntan a que gran parte de estos no vienen del espacio exterior, sino que salen de y entran en los océanos, donde tendrían bases submarinas.
Con esto último en cuenta, además del hecho obvio que estas extrañas estatuas están en un lugar rodeado por las aguas, es posible que lo observado sea —por qué no— una ancestral representación de los tripulantes o creadores de las extrañas naves reportadas en tiempos modernos por la Marina de EE.UU.
Aunque claro, todo puede ser una simple casualidad arquetípica… Hasta el Cristianismo primitivo tuvo al pez como símbolo.
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