“El juego del calamar”. Dirigida por Hwang Dong-hyuk, esta serie de 9 capítulos está causando sensación en Netflix desde que se estrenó. Brutal, sádica, realista y simbólica, es la ficción que mezcla los juegos de infancia, supervivencia y muerte.
NOTA: Este artículo contiene algunos spoilers menores de la primera temporada de la serie El Juego del Calamar (Squid Game) de Netflix. Recomendamos verla primero antes de leer lo que sigue.
El sujeto es el primer elemento de cada juego, que viene a representar un problema de conocimiento para el que debemos encontrar una solución adecuada. En el caso de la exitosa serie surcoreana, aquel que no encuentra dicha solución es eliminado… literalmente eliminado.
El Juego del Calamar (2021) cuenta la historia de cientos de personas en Corea del Sur que están experimentando, por h o por b, problemas financieros.
Así son encontrados e invitados por un grupo misterioso a participar en una serie de juegos competitivos de vida o muerte con la posibilidad de ganar miles de millones de wones (moneda surcoreana) y resolver sus miserables vidas.
La serie halla su nombre en un juego típico del país peninsular, que es el último que deberán llevar a cabo los sobrevivientes de un total de variantes sangrientas y mortales de seis juegos infantiles.
«Solía jugar el Juego del Calamar cuando era niño en el patio de la escuela o en las calles del vecindario», dijo Hwang Dong-hyuk, creador de la obra fílmica.
«Fue uno de los más físicos y uno de mis juegos favoritos. Sentí que podría ser el más simbólico y representar el tipo de sociedad en la que vivimos hoy en día».
En cuanto a sus símbolos principales —círculo, triángulo, cuadrado—, también derivan superficialmente de este juego, ya que juntos dan la silueta de un calamar.
Además, puestos en el orden adecuado en horizontal son una abreviación del nombre en coreano: Ojingeo Geim (오징어 게임).
El círculo es la letra ‘O’, el triángulo es parte de la letra ‘J’ y el cuadrado es ‘M’; uno al lado del otro se lee ‘O J M’. Pero como veremos a continuación, hay más de lo que se ve a simple vista.
Máscaras y símbolos
Los 456 jugadores invitados a resolver sus vidas o perderlas están vigilados por unos encapuchados y enmascarados, marcados con círculos, triángulos y cuadrados.
En este aspecto, aquellos que tienen un círculo son trabajadores, los que tienen un triángulo son una suerte de policías, y los del cuadrado son administradores.
Estos sujetos tienen la función común de mantener el orden, explicar las reglas del juego y ejecutar a cualquiera que se salga de línea establecida o pierda un juego.
Las máscaras similares tapando el rostro —al igual que aquellas que utilizamos todos obedientemente durante la última pandemia— son un símbolo de obediencia e identidad colectiva; es decir, pérdida de individualismo.
Una curiosidad es que estos guardias parecen haber sido elegidos de la misma manera que los participantes, solo que sus vidas no corren riesgo si hacen bien su trabajo.
Aquí vemos una representación cabal de las fuerzas policiales y militares, que a pesar de tener un origen igualmente humilde que los jugadores (los ciudadanos comunes), a veces son utilizados por los gobiernos y el statu quo con fines represivos, suprimiendo a los de su propia clase.
Para que todos jueguen el juego impuesto por la élite sin chistar.
Que los del triángulo sean los que llevan las armas, implica que solo por la fuerza se puede mantener la estructura piramidal de la sociedad, con la punta del poder absoluto en su cima.
Más arriba en la cadena del mando está el líder, una figura oscura, con una máscara desprovista de símbolo alguno, con rasgos que se antojan más humanos pero —tal como algunos políticos— ocultan actitudes inhumanas.
Este es el portavoz del verdadero poder tras las sombras.
Un poder ejercido por unos pocos hombres con máscaras de animales, acaudalados y cuyo único divertimento para llenar el vacío de tenerlo todo es ver cómo los jugadores compiten y se matan entre sí.
Los VIPs
Si esto último les suena familiar, es justamente porque en varias ocasiones se ha acusado a sociedades secretas de participar de rituales cuya simbología no tiene nada que envidiarle a lo visto en El Juego del Calamar.
Desde el Bohemian Grove hasta los mismísimos iluminados de Baviera.
En los últimos episodios de la serie se observa la llegada de los VIPs, cuyo origen mayormente no es coreano, sino que parecen ser hombres destacados de las máximas potencias del mundo (de hecho, hablan en inglés).
Sus identidades permanecen en secreto gracias a pintorescas y brillantes máscaras de animales, muy diferentes a aquellas opacas portadas por los coordinadores del juego.
Aquí cabe destacar algo importante.
En la mitología, muchos dioses tienen cabeza de animal y cuerpo humano, como Anubis en el mito egipcio, Minotauro en el mito griego, etc.
Y en muchos festivales y ceremonias antiguas, las personas se ponían máscaras de animales. De esta manera eran capaces adquirir las habilidades y poder de los animales a través de sus máscaras.
Este es un claro símbolo de poder y conocimiento —de hecho, en la serie el único personaje local de esta élite (y creador del juego) tiene una máscara de búho— sobre los demás.
Los VIPs parecen colocarse en este papel de «dioses», exigiendo el derrame de ese preciado líquido, considerado cauce de la vida, en rituales de sacrificio que adquieren forma de juegos infantiles.
El ganador del juego, tal como si fuera un «bautismo de sangre» —no por nada el color rojo está tan presente—, se convierte en el iniciado, con un dineral que lo sube de manera automática —aunque lo rechace— a los últimos escalones de la pirámide social, donde descansa cómodamente la élite de los muy importantes.
Y dado que la serie parece quedar lista para una segunda temporada, es posible que de haberla se nos revele más sobre estos misteriosos personajes VIPs detrás de todo, tal vez exponiendo aún más —aunque sea en forma de ficción— lo que algunos creen que existe realmente en islas privadas y escondrijos alrededor del mundo.
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