Llegada la fecha mágica del 6 de enero, son muchos los niños que esperan, con ilusión, la llegada de los Reyes Magos de Oriente a sus hogares para ver como le dejan sus regalos por haber sido buenos durante todo el año.
Es difícil precisar del origen de los Reyes Magos, de donde eran o lo que sucedió con ellos tras la Adoración del Niño Jesús. Quizás por ello son muchos los que han fabulado acerca de los Reyes Magos. y
Fruto de todo ello surge un hermoso cuento que conviene puntualizar, se trata de un cuento navideño llamado “The Other Wise Man” o “El otro rey mago”, escrito por Henry van Dyke en 1896 y que tiene como protagonista al rey Artabán.
Así el cuento nos dice como cuatro Reyes Magos se citaron en el zigurat de Borsippa siendo guiados por la singular y extraordinaria Estrella de Belén al lugar donde nació el Niño Jesús.
Artabán era ese cuarto Rey Mago que debía unirse a Melchor, Gaspar y Baltasar, llevando al niño ricos presentes como lo eran un diamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un rojo rubí de las Sirtes como triple ofrenda al Niño Dios.
Pero el camino de Artabán estuvo lleno de obstáculos y pruebas divinas. A un lado del camino se encontró a un anciano moribundo que había sido asaltado por unos bandidos.
El Rey Mago curó sus heridas y le ofreció el diamante para que pudiera compensar las perdidas. Pero eso lo retrasó y al llegar a Borsippa los otros Reyes Magos ya se habían marchado.
Trató se seguir los pasos de los otros Reyes Magos pero no los encontró ni tampoco a la Sagrada Familia ni al Niño Jesús, pero en Belén comprobó con terror cómo los soldados del rey Herodes estaban degollando a recién nacidos, era la “Matanza de los Inocentes”.
Uno de los soldados blandía su afilada espada contra un bebé y Artabán se apiadó del niño ofreciendo un rubí al soldado. Otros militares vieron el gesto del Rey Mago y lo encarcelaron casi tres décadas en Jerusalén.
Tras treinta años de prisión fue liberado y en la ciudad todos hablaban de las proezas de un Mesías, pero también llegaba tarde, esa misma tarde aquel Hombre iba camino del monte Gólgota donde iba a ser crucificado.
Artabán corrió al Gólgota pasando junto a un mercado en el que comprobó como una joven iba a ser subastada para liquidar las deudas su padre.
Con el trozo de Jaspe compró la libertad de la niña, era el último presente que le quedaba y que iba a ofrecer al Niño Jesús hacía tres décadas…
Artabán logró llegar al Gólgota donde aquel niño era ya un adulto, Jesucristo, y agonizaba en la Cruz, el Rey Mago comenzó a llorar desconsoladamente pidiendo perdón al no llegar a tiempo y una voz le habló de forma tierna diciéndole:
“Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”.
Artabán pregunta: “¿Cuándo hice yo esas cosas?”, y la voz le responde: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí”.
Artabán encontró la muerte allí mismo junto a aquel Niño al que no pudo adorar a tiempo y que era Jesucristo, con quién ascendería al Cielo cumpliendo su destino.
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