La semana pasada el Comando Espacial de los Estados Unidos confirmó lo que hoy es el primer objeto interestelar jamás descubierto que se ha estrellado en la Tierra. Más específicamente, un meteorito caído en el océano Pacífico Sur..
Ahora, uno de los astrofísicos que estuvo involucrado en el descubrimiento ha planteado la posibilidad de que la Tierra sirva como red de pesca no solo para este tipo de objetos naturales sino también para objetos artificiales enviados por otras civilizaciones.
El 6 de abril de 2022, el Comando Espacial de los Estados Unidos tuiteó una carta formal confirmando que un meteorito identificado en 2019 en el catálogo CNEOS por Amir Siraj y su mentor Avi Loeb, tenía un origen de fuera del sistema solar en función de su alta velocidad —es decir, que efectivamente era un objeto interestelar—.
Conocido como CNEOS-2014-01-08 por la fecha cuando se precipitó al océano Pacífico Sur (8 de enero de 2014), la detección del meteorito antecedió al primer objeto interestelar reportado, Oumuamua, por casi cuatro años y debería ser reconocido como el primer objeto interestelar jamás descubierto.
«Nuestro descubrimiento de un meteorito interestelar anuncia una nueva frontera de investigación, en la que la Tierra sirve como red de pesca para objetos interestelares masivos».
«Como resultado de encontrarse con la Tierra y frotarse contra su atmósfera, un objeto interestelar se quema en una brillante bola de fuego».
«Esta bola de fuego es detectable por satélites o sensores terrestres incluso para objetos interestelares relativamente pequeños como CNEOS-2014-01-08, que tenía aproximadamente un metro de tamaño y creó una bola de fuego que transportaba un porcentaje de la energía de la bomba de Hiroshima», dijo el astrofísico de Harvard Avi Loeb en un artículo publicado en Medium.
Pero el descubrimiento del meteorito interestelar es muy importante desde otra perspectiva
Uno puede imaginar una misión de mil millones de dólares para aterrizar en un objeto interestelar como Oumuamua y devolver una muestra a la Tierra, similar a la misión OSIRIS-REx que aterrizó en el asteroide Bennu y devolverá material en septiembre de 2023.
Pero a un costo diez mil veces menor, se podrían recoger aquí mismo en nuestro planeta fragmentos sobrantes de un meteoro interestelar y estudiarlos en nuestros laboratorios.
Los escombros de CNEOS-2014-01-08 yacen ahora en el fondo del océano cerca de Papúa Nueva Guinea y es posible recogerlos con un imán.
Una vez recolectados, podríamos colocar nuestras manos alrededor de trozos considerables de materia interestelar y examinar su composición y naturaleza.
«El océano en el sitio tiene un par de kilómetros de profundidad y la región de impacto es incierta dentro de los diez kilómetros. Pero una expedición para explorar esta región en busca de fragmentos de meteoritos es factible y actualmente nos dedicamos a diseñarla», señaló Loeb, quien además no descartó la posibilidad de que objetos no hechos por la naturaleza hayan también caído en nuestra «red de pesca».
«La pregunta fundamental es si algún meteoro interestelar podría indicar una composición que es inequívocamente de origen artificial. Mejor aún, quizás algunos componentes tecnológicos sobrevivirían al impacto. Mi sueño es presionar algunos botones en un equipo funcional que se fabricó fuera de la Tierra», sostuvo.
Esto le da un significado completamente nuevo a una «expedición de pesca»; en este caso, de potencial tecnología extraterrestre. En febrero de 1954, apenas 14 meses antes de morir, Einstein escribió una carta al físico David Bohm, en la que afirmaba:
“Si Dios creó el mundo, su principal preocupación ciertamente no fue facilitarnos su comprensión”. Me pregunto si nuestra expedición a Papua Nueva Guinea podría reemplazar la palabra “Dios” en las declaraciones de Einstein por el término “una civilización científica avanzada”», concluyó Loeb.
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