La antigua civilización griega nos dejó un legado cultural y científico impresionante. Su influencia en lo que llamamos hoy conocimiento moderno se aprecia en la literatura, la poesía épica, el Teatro, la geometría y la filosofía entre otras áreas del conocimiento
Precisamente con el lente de la literatura y la poesía griega, podemos hacer un viaje por su rica mitología de dioses y semidioses en estrecha convivencia con los humanos..
Dioses bastante humanizados por cierto, ya que pueden ser intensamente emocionales y hasta vengativos y crueles con los seres humanos.
Al fin de cuentas, no tenían nada que envidiarle al dios del antiguo testamento Jehova, que atormentaba y ordenaba masacrar a los pueblos que tenían la mala fortuna de cruzarse en el camino de los judíos.
La mitología griega ofrece además historias en las que se hace alusión a capacidades más allá de las posibilidades del humano de la época.
Seres capaces de abarcar inmensas distancias gracias a artefactos voladores y que portaban armas devastadoras.
Dioses que entregan conocimiento prohibido o «poderes sagrados» a los antiguos Reyes, sus descendientes, que por ser «hijos de los dioses» contaban con el derecho divino de gobernar sobre los hombres.
Superhéroes descritos como seres con fuerza sobrehumana y poderes sobrenaturales: Poseidón atravesaba una inmensa distancia con apenas tres pasos, como el dios Vishnu de la India.
Hera viajaba con la rapidez del pensamiento, Hermes y Atenea descendían planeando sobre sandalias aladas, Atenea a veces era representada volando como un halcón, Poseidón dio a Penélope un carro de guerra alado, que cuando corría por el mar no se mojaba los ejes.
Los antiguos Dioses Griegos tenían cascos que los hacían invisibles, tenían petos que los hacían invulnerables a las armas enemigas, tridentes que disparaban rayos…
Capacidades y proezas que a luz de la era tecnológica que disfrutamos en nuestra vida moderna, podemos desmitificar en su «origen divino» y enmarcar en el ámbito de una tecnología que nos fue entregada hace miles o cientos de años y que solo pudimos entender como un «regalo de los dioses», entregado solo a unos «escogidos» o privilegiados.
Hoy es común y hasta obsoleto hablar de velocidad supersónica, hemos logrado hacer invisibles algunos objetos gracias a la investigación con metamateriales y los soldados van protegidos con chalecos antibalas y exoesqueletos.
La verdad, no sorprende demasiado pensar en la visita de extraterrestres más avanzados tecnológicamente, que fueron percibidos como dioses por nuestros antepasados, tomando en cuenta que eran capaces de hacer cosas imposibles para ellos, como volar por ejemplo o hacerse invisibles a voluntad.
Antes de que Heinrich Schliemannen descubriera la mítica ciudad de Troya, basándose tan sólo en la descripción de esta en la Illiada de Homero, escrita en el siglo 8 a.C., se creía que las historias descritas en los escritos helénicos, eran tan solo un ejercicio literario fantasioso sin ningún ribete de realidad.
Después del hallazgo de Troya, en 1870, se empezó a mirar las «leyendas» griegas que nos hablan de los dioses olímpicos que bajan del cielo a la tierra e interactúan con los mortales, con otros ojos.
Siguiendo esta línea de análisis, el historiador inglés W. Raymond Drake, especialista en la civilización Greco-Romana, establece una correlación cuando menos llamativa entre los dioses olímpicos que llegaron a la Tierra en diversos tipos de naves y las mitologías Romana y Sumeria.
Gigantes, conocimiento prohibido, montes sagrados, épicas peleas entre los dioses, dioses prisioneros de sus pasiones y temores que a menudo actúan como egocéntricos torturadores de una humanidad indefensa.
Drake escribe en su libro “Dioses y Astronautas en la Antigüedad”:
“El mito no es imaginación, ni ficción etérea de un pasado hace mucho olvidado, mas sí una tradición oral, recuerdos oscuros de una remota antigüedad, con intensa impresión en la mente popular”.
En este libro, el inglés relata hechos que coinciden en la cultura griega y la romana, de éstos, muchos se asemejan a relatos de la Biblia.
Por ejemplo: Urano (Cielo) desposó a Gea (Tierra) y fue padre de doce hijos gigantes, los Titanes, y también de tres hijos rebeldes, los Cíclopes, que tenían un sólo ojo. (Semejante a “Adán y Eva”)
Estos paralelismos entre las mitologías de diferentes culturas son increíblemente frecuentes. Por ejemplo, cuando se trata de guerras libradas entre los dioses, la de Grecia no es la única, encontramos lo mismo en Ragnora en la mitología Noruega.
También son destacables las guerras entre los dioses Annunaki de los Sumerios y entre los dioses chinos e hindúes.
Se cuentan dramáticas epopeyas de Titanes desterrados por los dioses. Zeus y Odin son el mismo dios y la lanza de Odin y el rayo destructor de Zeus, también parecen correspondientes.
La existencia de estos paralelismos entre diferentes culturas, la correlación entre los hallazgos históricos y las «leyendas» de la antigüedad, podrían considerarse con razón como evidencias circunstanciales que no prueban que hayan sido extraterrestres los protagonistas de estas historias, sin embargo, esta no deja ser una hipótesis.
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