En el folclore europeo existe una criatura que se lleva en un saco o canasto a los «niños malos» para nunca más ser vistos. A este ser se le conoce como Krampus.
Cuando las Navidades están por llegar, muchos niños de alrededor del mundo esperan con alegría e impaciencia la llegada del 25 de diciembre para que el icono más destacado de estas fechas, Santa Claus o Papá Noel, aparezca y les deje bajo el árbol los regalos que llevan esperando durante todo el año.
Pero sólo si se han portado bien y han sido buenos. Pero hay un lugar en especial donde comportarse mal tiene unas consecuencias más que nefastas, el norte de Europa.
En el folclore europeo existe una criatura que se lleva en un saco o canasto a los niños que han tenido un mal comportamiento, para nunca más ser vistos. A este ser se le conoce como Krampus.
Este demonio vive bajo tierra y aparece en la tarde del 5 de diciembre merodeando las calles durante dos semanas, haciendo sonar campanas y cadenas oxidadas que usa para asustar tanto a mayores como a niños, ya que disfruta sembrando el terror en los corazones de los niños antes de raptarlos.
Según cuenta la leyenda, hace muchos años la lista de niños malos de Santa Claus había crecido demasiado. Desbordado por el trabajo que tenía que realizar, Santa Claus le pidió ayuda al Krampus para que se encargará de ellos en su lugar.
El demonio aceptó sin pensarlo un instante. Así, mientras los niños buenos recibían regalos, los malos eran atados con cadenas y llevados bajo tierra, donde serían golpeados y devorados por el Krampus.
Los padres les contaban a sus hijos que está criatura existe desde siglos antes de Cristo. Él simboliza el lado oscuro de la Navidad. Es la antítesis de Santa Claus, pero su antigüedad es de 10000 años. Krampus es una criatura que viene de países alpinos, en especial por las tierras de Austria y Hungría.
La palabra Krampus proviene de la palabra en alemán antiguo “krampen”, qué significa garra.
Hay dos maneras de describir al Krampus: una de ellas y la más popular, es de rostro demoníaco, lengua larga, afilados dientes, de enormes cuernos en su frente y una mueca grotesca. Su cuerpo está cubierto de un oscuro pelaje y tiene patas de cabra parecidas a las de un fauno.
La segunda forma en que describen a esta criatura, es la de un anciano con barba cerrada y pelo canoso, con apariencia de ermitaño. En cierta forma en esta descripción se parece más a Santa Claus.
En el siglo IXX, debido a la influencia alemana, la leyenda del Krampus se extendió por Croacia, República Checa y Eslovaquia. Llegó a extenderse hasta norte de Italia. En Europa, durante la Edad Media, la navidad parecía más bien Halloween, porque los campesinos se disfrazaban de este ser para salir a asustar a sus vecinos y así conseguir comida.
Los niños del centro y norte de Europa saben que deben portarse bien porque, de lo contrario, San Nicolás (o para nosotros, Santa Claus), no traería regalos. En cambio, llegaría el Krampus para llevárselos a un mundo subterráneo de fuego eterno.
Durante la Edad Media, la Iglesia Católica intentó erradicar esta creencia por considerar al Krampus un demonio pagano. Pero no sé logró acabar con su leyenda, ya que estaba profundamente arraigada en la población.
A finales del siglo XX, se recuperó la figura del Krampus gracias a las fiestas de disfraces y espectáculos donde los jóvenes de muchas partes de Europa se disfrazan de este demonio.
Actualmente, el Krampus sigue más vivo que nunca. El resurgir de este demonio en la sociedad tecnológica en la que vivimos es fascinante.
Aunque en algunos lugares de Europa es toda una tradición, pues se organizan cabalgatas llamadas “la carrera del Krampus”, donde aparece este ser por las calles portando una antorcha y deambula fustigando con ramas secas a la gente que lo observa.
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