«Varias de las impresionantes estructuras megalíticas en todo el mundo fueron erigidas por la antigua civilización atlante»..
Pero no solo eso, «en tiempos tan inmemoriales cuando el mundo era físicamente inestable, esta raza construyó fantásticos sistemas de túneles en los que refugiarse si era necesario, tanto de los embates de la naturaleza como de los ataques del espacio exterior..»
Al menos así lo creía el ufólogo William Francis Brinsley Le Poer Trench (1911-1995), octavo conde de Clancarty, séptimo marqués de Heusden, quien 1974 escribió el libro The Secret of the Ages: UFOs from inside de Earth explayándose sobre este y otros temas relacionados con la hipótesis de la Tierra Hueca.
Para empezar, en su libro Le Poer Trench cita al célebre Erich von Däniken y su Oro de los Dioses para referirse a «un gigantesco sistema de túneles, de miles de millas de longitud» que se extiende por debajo de Ecuador y Perú.
Este sistema de cuevas y túneles interconectados habría sido descubierto por Juan Moricz en 1965.
Von Däniken relató que un túnel conducía a un gran salón donde había objetos de piedra y metal, incluidas estatuas de muchos tipos de animales hechos de oro macizo.
Además, había una biblioteca de metal que constaba de placas de metal (hojas) con escritura en un idioma desconocido, que Moricz creía que contenía una historia de la humanidad y detalles sobre una civilización desaparecida.
De acuerdo al autor citado, «los túneles debajo de Ecuador y Perú tienen paredes que son lisas y a menudo parecen estar pulidas», lo que sugeriría que no habían sido cortados con herramientas rudimentarias, sino con medios mucho más sofisticados.
En palabras de Von Daniken: «… Si el taladro chocaba con estratos geológicos excepcionalmente duros, estos podrían ser destruidos con unos pocos disparos bien dirigidos con el arma».
«Luego, el taladro térmico blindado atacaría los bloques resultantes y calentaría la masa de escombros hasta el estado líquido».
«Tan pronto como la roca líquida se enfriara, formaría un esmalte duro como un diamante. El sistema de túneles sería seguro contra la infiltración de agua y los soportes para la cámara serían superfluos».
Refugios para la guerra
Hacia el final de El Oro de los Dioses, el autor suizo propuso una teoría muy interesante sobre una razón específica de por qué ancestrales civilizaciones como la atlante —descendientes directas de antiguos astronautas—, construyeron los túneles.
Esto es algo bastante aparte de los peligros de la actividad sísmica que el propio Le Poer Trench también menciona como una amenaza.
Von Däniken sugiere que en tiempos remotos tuvo lugar una batalla cósmica entre seres semejantes a los humanos.
Los perdedores aparentemente escaparon en una nave espacial —aunque el conde les atribuye más de una nave espacial— y se refugiaron en la Tierra, donde se vieron obligados a llevar «máscaras de gas» con el fin de soportar y adaptarse a la nueva atmósfera —de allí el arte rupestre que representa a seres con «cascos» y «aparatos respiratorios»—.
El autor luego declara que estos fugitivos, dotados de todos los adelantos tecnológicos, «se sumergieron profundamente en la tierra e hicieron los sistemas de túneles» por miedo a sus perseguidores».
«Posteriormente, y para ocultar aún mejor su posición, establecieron estaciones de transmisión en el quinto planeta de nuestro sistema solar, que entonces existía entre Marte y Júpiter».
«El enemigo, engañado por esta treta y creyendo que las señales delataban a los fugitivos, bombardea el susodicho planeta hasta su completa destrucción».
«Los escombros del mundo explotado se esparcieron por lo que ahora se llama el cinturón de asteroides. Esta zona está formada por miles de asteroides y pequeños trozos de piedras».
«Los planetas no explotan por sí mismos, ¡alguien los hace explotar!», señala Däniken.
Le Poer Trench agrega en su libro que, si en realidad sucedió así, las armas utilizadas en aquellos tiempos tan remotos eran incluso más letales que las de nuestros días y explicarían los fulminantes «rayos» de Zeus y otros «dioses» con capacidades realmente destructivas.
Además, señala que los desbarajustes gravitatorios generados en el sistema solar por la pérdida del quinto planeta, fueron los responsables de una inclinación del eje de la Tierra y el diluvio universal descrito por tantas culturas antiguas.
Túneles en Sudamérica
El ufólogo del siglo pasado luego cita al periodista italiano Peter Kolosimo y su trabajo Timeless Earth, donde se menciona un sistema de túneles que conecta Lima con Cuzco, y desde allí continúa hasta la frontera boliviana.
De acuerdo al Kolosimo, estos túneles presentan un problema arqueológico fascinante.
«Los estudiosos coinciden en que no fueron fabricados por los propios incas, quienes los utilizaron pero ignoraron su origen».
«De hecho, son tan imponentes que no parece absurdo conjeturar, como han hecho algunos científicos, que son obra de una raza desconocida de gigantes», escribe.
Agartha
Wilkins tiene más que contarnos sobre los antiguos sistemas de túneles: «Entre las tribus de Mongolia Interior, incluso hoy en día, existen tradiciones sobre túneles y mundos subterráneos que suenan tan fantásticos como cualquier cosa en las novelas modernas».
«Una leyenda —¡si es eso!— dice que los túneles conducen a un mundo subterráneo de ascendencia antediluviana, en algún lugar de un recoveco de Afganistán, o en la región del Kush hindú».
Conclusión
Así, Le Poer Trench concluye que los atlantes y sus descendientes construyeron sistemas de túneles en todo el mundo para varios propósitos.
En primer lugar, para protegerse de los ataques de la naturaleza, entonces muy comunes, en forma de actividad sísmica e inundaciones, y en segundo lugar, como protección en caso de ser atacados desde el espacio exterior:
«La mayoría de estos fantásticos túneles se construyeron de formas que superan nuestras capacidades actuales. Durante años, Inglaterra y Francia han estado hablando de la idea de un Túnel del Canal».
«Sin embargo, parece que los antiguos construyeron los asombrosos túneles de su época como algo natural, y a gran escala, por buenas e imperativas razones».
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